La lengua en las relaciones comerciales y políticas en Iberoamérica (resumen)

Pedro Cateriano Bellido

La utilización del idioma común es el factor fundamental en la comprensión de los pueblos. Y, en el caso español, además, fuente inagotable de maravillosas obras de creación. Pero, acaso por ser verdad de Perogrullo, no se repara suficientemente en los beneficios que genera para la integración laboral, social y política. En Iberoamérica, por ejemplo, en las recientes décadas ha posibilitado un entendimiento fluido en las diversas relaciones comerciales y políticas, y son ventajosos para obtener las metas trazadas por las empresas. Hago esta afirmación con conocimiento de causa, pues en mi actividad como abogado pude participar, desde sus inicios hasta su finalización, en el proyecto que dirigió Red Eléctrica de España para modernizar la transmisión eléctrica en el sur del Perú, en una extensión que posiblemente dobla a la de la Península ibérica. Era de verse el interés que despertó, entre técnicos y obreros, tanto el sistema como la novedosa denominación de sus diferentes aspectos, que rápidamente empezaron a formar parte del vocabulario cotidiano en todos.

Emplear el mismo idioma, hoy como ayer, le permitió a España asumir aventuras de alto riesgo, inimaginables en su momento. El vehículo que le facilitó el éxito en la mayoría de sus iniciativas empresariales, conquistando un mercado constituido por cerca de 500 millones de personas, ha sido la lengua española. Entre 1990 y 2008 la iniciativa privada de España ha invertido ciento cincuenta y ocho mil millones de dólares en diversos países de América Latina, contribuyendo sin duda con el progreso de esta inmensa región. Si bien es cierto que en los últimos años el ritmo de las inversiones ha disminuido —por la inestabilidad política en unos y económica en otros—, se puede afirmar, sin embargo, y teniendo en cuenta la experiencia, que el lenguaje igualitario ha sido fundamental para la integración. Así lo acredita lo ocurrido, no solo en mi país, sino prácticamente en toda Latinoamérica, en donde España lidera la clasificación de los principales países inversores. Solo en mi país el monto invertido llega a los cuatro mil trescientos cuarenta y tres millones de dólares, desde 1992 hasta la fecha.

Finalmente, en lo político el idioma español y la cercanía cultural han sido elementos capitales para que el fenómeno latinoamericano del flujo migratorio hacia España se haya incrementado notablemente y sea actualmente una forma de integración que genera beneficios variados en lo social y laboral a los inmigrantes y a la Madre Patria que los acogió con generosidad. Una muestra: el envío de dinero de los inmigrantes a sus familiares movilizó en toda América Latina siete mil ochocientos cuarenta millones de euros en el 2008, según el Banco de España.