La lengua española ha adquirido un estatus de internacionalidad que trasciende su creciente peso demográfico. Muy compacta en su geografía y con un importante grado de homogeneidad cultural que no limita su pluralidad, la comunidad hispánica es portadora de unos valores sociales, culturales y literarios que son reconocidos y estimados internacionalmente. Al mismo tiempo, desde una perspectiva económica, está demostrando un dinamismo progresivo que la convierte en un foco de atracción para todo tipo de intercambios internacionales.