Constituye la lengua materia prima fundamental de un conjunto muy amplio de actividades productivas, que van desde las que convencionalmente se denominan “culturales” (edición, teatro, cine, etc.) hasta las que comprende su propia enseñanza. Es, además, recurso básico para buena parte de los servicios personales y de todas aquellas actividades que se basan en la conformación de redes de comunicación. Sobre esa base, se trata de cuantificar el valor atribuible a sus distintas funciones en el proceso productivo de la economía nacional, calculando el “coeficiente de lengua” en el valor total que crea cada línea de actividad productiva y en el empleo que genera.